Ya lo dijo la escritora marroquí Fátima Mermissi “Nosotras tenemos el burka. Vosotras tenéis la talla 38” ¡y la 36! ¡y la 34! Lo cierto es que muchas veces vivimos esclavizados por un cuerpo, un peso, una talla, y nos olvidamos de que una talla concreta, un peso en la báscula, no es sinónimo de salud.
Si tu alimentación no es correcta, aunque estés en el peso adecuado, tendrás sin duda un déficit nutricional. No hablo de calorías, que también, sino de vitaminas y minerales sobre todo…que siempre son los grandes olvidados. Seguramente, durante unos años, el cuerpo resistirá intentando funcionar de la mejor manera que pueda. Incluso las analíticas puede que salgan perfectas. Pero con el tiempo el cuerpo se resentirá y lo acabarás notando en tu salud.
Si una persona no práctica deporte, por mucho que esté en su peso, tendrá una menor masa muscular y mucho más riesgo de sufrir determinadas enfermedades. Es increíble pensar que la inactividad física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad en el mundo y que el sedentarismo va en aumento. Nos pasamos el día haciendo cosas pero siempre quietos y nuestro cuerpo, que está diseñado para moverse, sufre las consecuencias.
No nos obsesionemos con tallas o pesos concretos. Dejemos de buscar esa imagen perfecta que la mayoría de veces no existe porqué ha sido retocada y retocada hasta volverse irreal e inalcanzable, incluso para la propia modelo que posaba para esa foto que puede que mires con anhelo. Busca mejorar tus hábitos, tener una mejor alimentación, comer alimentos de calidad y practicar ejercicio físico de manera habitual. La imagen será, después, la consecuencia de tus nuevos hábitos que te llevarán a poder disfrutar, finalmente, de un cuerpo sano.
